En los años 20, cuando el círculo de Bloomsbury vivía su apogeo en Londres, Virginia mantuvo una intensa relación con la escritora Vita Sackville-West, quien se convirtió en el modelo de carne y hueso de “Orlando”, uno de sus clásicos más famosos. Ahora se publica en Chile “Escríbeme, Orlando”, libro que recoge las cartas de Woolf con su musa y, de paso, muestra las bambalinas de su proceso creativo y la agitada vida social cultural británica de entreguerras.
No le salía ni una palabra de lo que pretendía escribir. Trabajaba en un “maldito libro” sin destino que la
tenía enfurecida. Iba a perder toda la mañana, pero de pronto, en un gesto automático, Virginia Woolf
mojó la pluma en la tinta y escribió en una hoja en blanco “Orlando: una biografía”. Luego, todo fluyó: “Tan pronto como lo hice, mi cuerpo se llenó de éxtasis y mi cabeza de ideas”, anotó la escritora británica el 9 de octubre de 1927 en una carta especial: la destinataria era Vita Sackville-West, poeta y narradora con quien Woolf llevaba al menos dos años en una intensa relación amorosa y quien se estaba convirtiendo en la inspiración para ese texto que llenó de éxtasis a la novelista. Orlando era Vita.
Proveniente de un largo linaje noble, Vita era muchas cosas en la Inglaterra de entreguerras: una escritora aclamada por la crítica y el público, una jardinera delicada, una viajera imparable y algo parecido a un símbolo de libertad sexual. Aunque se casó dos veces, mantuvo públicas relaciones con mujeres y solía vestirse de hombre. Millonaria y bohemia, conoció a Woolf en una fiesta en Londres en 1922. Ambas tenían esposos. Ambas quedaron ligeramente flechadas por la otra. “Esperamos verte mañana a la 1:00, pero prepárate para una cena entre ruinas de libros y patas de mesa, mugre y polvo, y solo algunos fragmentos de comida”, le escribiría un tiempo después Virginia a Vita, empezando una correspondencia que se extendió por más de una década…