A partir de la visita de Albertina Carri a Chile en el marco de la presentación de su novela Lo que aprendí de las bestias, el colectivo de cine laFuga en conjunto con la editorial Banda Propia reunió a las directoras de cine Albertina Carri, Carmen Castillo, Macarena Aguiló, y María Paz González a conversar en un bar del centro de Santiago, invitación abierta al público.
Un encuentro entre cineastas cuyas primeras obras han reflexionado sobre los procesos de memoria en la postdictadura explorando la figura de la ausencia, ya sea como hijas (Carri, Aguiló, González) o como militantes de la época (Castillo); y que actualmente cuentan con una trayectoria que siempre ha buscado ir más allá de las fronteras impuestas por los modelos cine tradicional, tanto en el juego entre géneros y convenciones, como a partir de proponer sistemas de producción más abiertos y colaborativos.
En medio de las conmemoraciones por los 50 años del golpe militar en Chile, pero también a 20 años de la película de Albertina Carri Los Rubios y en un clima político y social enrarecido, incomodo, cada vez más visiblemente desigual; las artistas reflexionan sobre por qué seguir haciendo cine, cómo proponer otros sistemas de producción y colaboración, el fracaso y la memoria, en una era sobresaturada de imágenes.
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Laura Lattanzi (laFuga): Les doy la bienvenida es muy grato estar aquí, después de varias actividades en las que ha participado Albertina Carri en su visita a Chile, en el marco de la publicación de su novela Lo que aprendí de las bestias en la edición de Banda Propia. Estamos en esta fabulosa mesa con grandes realizadoras: María Paz González, Macarena Aguiló y Albertina Carri. Iba a participar Carolina Moscoso pero se excusó ya que estaba enferma y no pudo llegar.
En primera instancia con el comité de laFuga habíamos pensado en orientar esta conversación sobre todo alrededor de los 50 años del golpe cívico militar en Chile, pero a partir de algunas conversaciones que se fueron dando en estos días en las actividades organizadas por Banda Propia con Albertina, han surgido otras inquietudes de las que espero podamos conversar.
Bueno en primera instancia, y sí relacionado con los 50 años, me gustaría destacar que las tres directoras que están aquí son las tres mujeres -aunque también podemos luego criticar esa categoría de “cine de mujeres”-, que han trabajado dentro del área de documentales de memoria pero sabiendo que ésta en general se construye con olvidos y con elementos de la ficción, legado que instala con mucha fuerza la película Los Rubios, como conversábamos ayer en la proyección. Y quería preguntarles ¿cómo ven este panorama que se está produciendo alrededor de los 50 años? Porque una prende la tele y se pueden ver muchos reportajes, muchas series televisivas, que hablan del golpe, que quieren contar lo que pasó. Hay una necesidad grande de contar lo que pasó y sobre todo con imágenes, que es lo que domina hoy en día. “Contar lo que pasó para que la historia no se repita”. Contar todas las atrocidades que acontecieron, sobre todo para que los jóvenes sepan, los que no vivieron ese momento sepan. Entonces quería indagar con ustedes cómo ven esta relación entre: imágenes, saber, verse afectados y actuar alrededor de eso. Y lo pensaba también por ejemplo a partir de la referencia que Albertina hizo ayer a la película de Lita Stantic, Un muro de silencio, en la que en la escena final se dice “Todos sabían”, contradiciendo esa idea establecida en la sociedad de que la gente no sabía lo que estaba pasando durante la dictadura, no sabían de los secuestros, las torturas, las desapariciones… Y es que ese “todos sabían” es complejo, ¿no? Como veíamos ayer en Los Rubios, donde hay personas que dicen no saber, pero saben, que no reconocen, pero después sí… Entonces mi pregunta, o comentario que ya un poco largo, es ¿cómo creen que tienen que ser estas imágenes? Porque es necesario este afán pedagógico, mostrar para que se sepa, pero a veces eso no se traduce en una afección, ¿no? Entonces ¿las imágenes tienen que incomodar más que mostrar?
Macarena Aguiló: Uy. Bueno yo te escuchaba y recordaba que hace unos días atrás estuvo también acá José Carlos Agüero presentando su último libro Sombriti (Atmosférica, 2023). A propósito también de esta marea de actividades que ya es como un “Oncepalooza”, muchas actividades superpuestas, y me da la sensación también de lo mismo, como de imágenes superpuestas. Bueno también en un rato más estará Allende caminando por La Moneda. Lo único que me surge en torno a esto es como la sensación de que lo que nos falta sobre todo es esto, problematizar conversando. Hay tanta producción y tanta imagen, pero muy suelta, entonces ¿cómo poder amarrar?, ¿cómo darnos espacio para poder construir en torno a eso y pensar en torno a eso? Eso es como lo primero que me pasa.
Albertina Carri: Creo que por un lado está la memoria histórica, que es necesaria la reconstrucción sin duda, y por otro lado están los hechos o las expresiones artísticas que un poco tienen que problematizar esos espacios de reconstrucción histórica, son como lenguajes diferentes. No sé, recién también lo que pensaba y me acordaba, además de Los Rubios, y aunque en realidad hice solo dos documentales, era de Cuatreros, que es un documental que se inicia alrededor de un libro que escribió mi padre en 1968, padre revolucionario y sociólogo, y en lo que dice en ese prólogo “es probable que los investigadores serios se ofendan con este libro, pero a mi poco me importa, porque voy a expresar mi tesis”. El libro toma al último gauchillo alzado de El Chaco que se opone a los poderes burgueses, y lo toma como campo epistemológico, para narrar el pensamiento latinoamericano, para que los sociólogos se vuelquen por un pensamiento latinoamericano y dejen de pensar Latinoamérica desde una mirada que viene de Europa. Esa es un poco la tesis del libro. Pero pensaba un poco en esto de “los investigadores serios…”, a mí me ha ayudado mucho en la vida esa frase bravucona que escribió a sus 28 años. Y creo que, por un lado, está le reconstrucción histórica que sin duda es necesaria, y por otro lado en nuestras películas necesitamos dispositivos para llamar a la reflexión también sobre eso que pasó. No es solo la reconstrucción en términos quietos, sino problematizar, eso puede armar otro tipo de diálogo con esas formas de reconstruir. Porque también hay otra situación con respecto a esto de que “hay que contarlo para que los jóvenes lo sepan”, y es que en realidad se está contando en un lenguaje que no tiene nada que ver con el de los jóvenes. Se está contando con un lenguaje que es de otra época, entonces no sé hasta donde les llega esa reconstrucción histórica contada de ese modo. Entonces estas películas vienen también a romper con esos lenguajes para que esa acumulación de imágenes no termine convirtiéndose en un silencio, porqué termina convirtiéndose en algo ahogado, ¿no? esa repetición.
María Paz González: Bueno no sé yo estoy en un momento bastante pesimista. Creo que hay una confusión muy transversal que estamos atravesando en el hacer del cine, creo que tiene que ver un poco con lo que dices del lugar que usamos y de qué manera se pretende generar y rehacer algo para las “nuevas generaciones”. Creo que hay algo complejo, porque hay imágenes acumuladas, hay imágenes que se han construido con un espíritu de época y creo que la gran pregunta hoy en día es ¿cuál es el espíritu de esta época?, ¿desde donde pensamos las imágenes? Pero también el lenguaje en general, los sonidos, la literatura, los textos, ¿cómo se construye hoy día un lenguaje? Y ¿cómo de alguna manera usamos hoy la palabra memoria? Hoy la palabra memoria está instalada en lo íntimo, en lo histórico, nos atraviesa profundamente, genera identidad, pero estamos un poco perdidos. Para mí esto tiene que ver con una sensación angustiosa postestallido, porque creo que fue ahí cuando pensamos que estamos entendiendo algo nuevo, resignificando algo con la memoria, pero yo creo que hay algo que se quebró después de eso. Creo que hay un silencio muy incómodo y que eso está atravesando a las artes en este instante. Creo que cuesta mucho saber cómo problematizar, cómo decir, cómo contar, qué hacer con las imágenes; en ese sentido mi pesimismo. No tengo ninguna respuesta en realidad, me parece que es importante mirar un poco ese silencio, creo yo. Creo que el cine está girando en sus preguntas anteriores, ¿qué hacemos con estas imágenes qué están? Pero ¿qué hacemos con esa sociedad de donde surgen esas imágenes? Creo que hay algo bien roto, y qué no sabemos bien que hacer. Yo estoy observando ese silencio.